Somos los campeones de Europa del paro
Además de campeones de le Eurocopa de fútbol somos también campeones de Europa del paro. Claro que de este honor apenas si se habla. La bien intencionada comunidad mediática está estos días mucho más pendiente del libro de Pilar Urbano sobre la reina, que del reciente informe de Caritas sobre la pobreza o que de los datos del paro en la UE y que según Eurostat, afecta a 16.710.000 comunitarios. De los cuales el 11,9% le corresponden a nuestro país. El porcentaje más alto de los 27 países miembros. Nos sigue Eslovaquia con el 10,0% y estamos a enorme distancia del más bajo, los Países Bajos que apenas tiene el 2,5%. Nuestra evolución está siendo vertiginosa, 3,6 puntos de incremento desde septiembre de 2007. Y todo parece indicar que lo peor aún está por llegar. Atrás queda aquella idílica España que en marzo pasado era envidiada por medio mundo por su crecimiento del PIB. Sin embargo, ya se ocultaba que algunos indicadores, como los del paro, apuntaban hacia arriba de forma ostensible. Pero estábamos en campaña electoral y valía todo. Nadie asumió la menor responsabilidad por aquel escamoteo. De igual manera que nadie asume en la actualidad ninguna responsabilidad por lo que está sucediendo. Y digo yo, que algo tendrán que ver en ello nuestros próceres gubernamentales. ¿O no?
La crisis financiera y económica es global, pero por lo que se ve no afecta a todos los países por igual. Así mientras que en la mayoría de los 27 países de la UE se experimentaba un ligero descenso de la tasa de paro, desde septiembre de 2007, en el nuestro se disparaba. Naturalmente, la culpa la tiene el ladrillo. Ese mismo que nuestros gobernantes veneraban cuando crecíamos a mayor ritmo que los demás. Sin embargo, desde hacía casi dos años venían advirtiéndonos del peligro que suponía estar poniendo todos los huevos en la misma cesta. Ni caso. Esos mismos nos advierten ahora que nuestro parque inmobiliario está sobrevalorado, dependiendo de las ciudades, entre un 40 y un 60%. O sea, una verdadera catástrofe para quienes se vean obligados a tener que vender sus propiedades. Y una vez más aquí se nos intenta engañar, asegurando que no habrá pinchazo de la burbuja inmobiliaria. A lo sumo una ligera corrección muy suave.