LOS VERDES Y LAS ELECCIONES EUROPEAS

Publié le par Manolo Barrero

Las últimas elecciones europeas se celebraron el 13 de junio de 2004. Ese día, el 54,06%  (18.177.766)  de españoles con derecho a voto dieron la espalda a las urnas. El 0,61% (94.453) cumplieron con su deber cívico votando en blanco. El 0,99% (152.823) expresaron su disconformidad con los que se les ofertaba depositando un voto nulo. Y sólo el 45,94% (15.445.628) eligieron alguna de las 31 candidaturas que concurrían a esos comicios. Al amparo de estas cifras es evidente que esta elección no suscita gran un gran interés. Sin embargo, el Parlamento Europeo con sus decisiones se hace cada vez más omnipresente en nuestras vidas, aunque todavía queda mucho por hacer para que esa Europa de los ciudadanos sea una realidad. Todavía sigue estando dominada por los mercaderes. No obstante, sería una injusticia satanizarla, pues gracias a ella muchos países – y entre ellos el nuestro – han logrado un innegable desarrollo desde su incorporación.

Obligado es reconocer que el conjunto de Los Verdes no lo tenemos nada fácil para obtener representación en ese Parlamento a partir de junio del próximo año. Al menos que en los próximos meses impere la cordura y antepongamos el interés de la ecología y nos olvidemos definitivamente de las querellas personales que tanto daño han hecho a la familia verde. Desde luego, por Los Verdes de Europa no va a quedar. Los ciudadanos pueden estar seguros de que haremos todo lo posible y hasta lo imposible para llegar a esa cita con una única candidatura. Eso sí, para disipar cualquier duda ya adelantamos que nuestro propósito es aprovechar estas elecciones para crear un espacio propio y que los ciudadanos así puedan visualizarlo. La ecología política no admite más componendas estratégicas o electorales con formaciones que no cuestionan el modelo de desarrollo actual. Si el resto de la familia verde también comparte ese criterio todo es posible. Si por el contrario aún hay quienes siguen pensando que Los Verdes tienen que seguir siendo complemento de otras fuerzas políticas, entonces la división está cantada. Los ciudadanos se verán en la disyuntiva de tener que elegir. O lo que es peor, darnos la espalda a todos. Pero esa responsabilidad ya no será nuestra.

Los Verdes en su conjunto tienen que entender que no es posible desarrollar un proyecto político propio con ataduras. Y la experiencia vivida en el parlamento español durante la pasada legislatura así lo ha puesto de relieve. Lo que en modo alguno significa que nuestros representantes no hayan hecho nada. Sin embargo, en contraste tenemos la actuación de nuestro europarlamentario, considerado como uno de los más activos de la Cámara. Pero esa actividad, al margen del dinamismo propio, ha sido posible porque desde el primer día se integró en el Grupo Verde. De haber formado parte del Grupo Socialista, es evidente que todo hubiera sido muy diferente. Muchos de los temas que han puesto en evidencia la permisividad del Gobierno en materia medioambiental, urbanística etc.,  jamás hubieran podido plantearse. Por eso necesitamos un espacio propio para poner en práctica una política propia. Nuestro sitio está en el Grupo Verde Europeo. Y quienes consideren que podemos estar en otro lugar, probablemente se hayan equivocado de partido.

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