El presuntuoso Obama y Copenhague
A estas alturas, Obama todavía deshoja la margarita. Aún no ha decidido si hará acto de presencia en la cumbre de Copenhague sobre el clima. Eso sí, si tuviera la certeza de que todos los países implicados van dispuestos a negociar de buena fe y que su presencia fuera determinante para que se produjera el vuelco del lado bueno, entonces asistiría. Eso es exactamente lo que ha declarado recientemente a Reuters. Al menos hasta ahora, los EE UU no han sido precisamente un buen ejemplo en materia de lucha contra el calentamiento global. Podríamos incluso afirmar que, este asunto siempre le ha importado un comino a la Administración americana. Fuera el inquilino de la Casa Blanca un republicano o un demócrata. ¿Van los EE UU dispuestos a negociar de buena fe? ¿Qué debemos entender por negociar de buena fe? Pero lo que más me llama la atención, es eso del vuelco del lado bueno. Es decir, que los más poderosos sigan marcando la pauta como lo han hecho en Río de Janeiro o en Kioto. ¿Ese es el lado bueno?
Para que Obama pueda ser creíble en estos temas, en vez de tantas declaraciones de intención, que su administración empiece por abordar en serio el tema de la fiscalidad verde. Que se enfrente a los poderosos lobbys de su país que no quieren ni oír hablar del tema. Esgrimiendo que sus productos dejarán de ser competitivos y que el empleo sufrirá las consecuencias. En resumen, el chantaje de siempre. En el mundo capitalista sólo se socializan las pérdidas. Antes y después de la crisis financiera. Con George Walker Bush o con Barack Hussein Obama.