¡Vaya tropa!
Desde que estalló la crisis, Zapatero se ha empeñado en nadar en contra de la corriente y no hay quien lo detenga. Primero, hasta hacer el más espantoso de los ridículos negó la existencia de la crisis. Cuando la evidencia ya era clamorosamente palpable, nos dijo que nosotros la sortearíamos mejor que la mayoría. También erró estrepitosamente, pero no por eso se disculpó. Desde entonces, insiste machaconamente que ya se ha iniciado la recuperación. Sin embargo, el último barómetro del CIS, correspondiente al mes de noviembre dice que el 73% de los españoles perciben la situación económica como “mala o muy mala”. Una mayoría considera que en 2010 la cosa empeorará. Y todo parece indicar que va a tener razón, porque el número de desempleados va a seguir creciendo. Al menos en esa dirección apuntan todos los datos. Eso sí, la ministra Salgado dice que “el desempleo crecerá a un ritmo inferior al año pasado”. Mientras siga creciendo el paro, sólo se puede hablar de fracaso y crisis social.
Esa y no otra es la razón por la cual los ciudadanos han perdido la confianza y la esperanza y se han instalado en la duda y el miedo. Por ejemplo, a perder el empleo. Y a esos ciudadanos los políticos les aconsejan que consuman. Llegando a extremos que rozan casi la indecencia. Como es el caso del presidente Montilla: “Esta gente que puede consumir o que tiene que cambiar de coche lo tendría que hacer, o la gente que necesita una vivienda y tiene recursos para hacerlo la debería comprar. Seguramente haciendo estas cosas está contribuyendo a que su hijo o su vecino mantengan su trabajo”. He aquí el último hallazgo del pensamiento social-liberal.